La memoria de un País

Nací casi 28 años atrás. En mi país, Argentina, reinaban tiempos desoladores para quienes osaban ver más allá de lo permitido, luchar por ideales prohibidos.
El último viernes se cumplieron treinta años del comienzo de la dictadura militar más atroz que nuestro suelo ha vivido, y conste que fue una entre tantas, pero ninguna tan cruenta, tan desgarradora. La TV se llenó de programas especiales en que sobrevivientes descubrían entrañas laceradas para siembre y familiares de desaparecidos lloraban sus experiecias de dolor y ausencias.
Casi todas las conversaciones en las que participé los últimos días giraron en torno a estos hechos desgarradores, sacamos conclusiones, buscamos razones, detallamos consecuencias. Sentimos dolor, impotencia, una embargadora sensación de absurdo por un lado de irresistible temor por otro.
Celebro que Argentina busque retener estos hechos en la memoria colectiva, porque como dice esa canción:
" Cuando no recordamos lo que nos pasa, nos puede suceder la misma cosa.
Son esas mismas cosas que nos lastiman, nos matan la memoria, nos queman las ideas, nos quitan las palabras"
Otra semana comienza, poco a poco nos envuelve la cotidianeidad de 2006, una espesa capa silenciosa cae sobre épocas pasadas. La TV vuelve a mostrar en horario central la novela de turno y las conversaciones de ayer ya se comenzaron a teñir con los goles del superclásico de fútbol argentino.